Desmontando críticas estereotipadas I: La Globalización

La globalización es un proceso muy criticado y ha provocado la aparición de movimientos socioculturales que intentan frenarla, a través de argumentos que hacen referencia a una potencial distopía futurista en la que todas las culturas tradicionales serán fagocitadas por Occidente, que encabezado por EEUU serán el paradigma de las relaciones desiguales. Es por ello -según estas críticas- que el progreso humano debe ser detenido, que debemos abandonar la utopía factible de un mundo sin fronteras y tenemos que parar la construcción de la aldea global, sin tener en cuenta todos los beneficios que podría conllevar.

En este ámbito se vuelven a repetir las críticas nihilistas, que arrojan una perspectiva negativa, pesimista, simplificadora y, en consecuencia parcial sobre una realidad extremadamente rica y compleja, con el fin de intentar frenarla o destruirla. En este sentido, limitan el conocimiento y sólo atienden a los factores negativos de este realidad como justificación de la crítica, pero no tienen en cuenta todos los elementos positivos de este proceso ni las alternativas constructivas que podrían proponerse, para solucionar los problemas que conlleva. En consecuencia, estas críticas intentan frenar un proceso imparable, sin proponer alternativas constructivas ni soluciones, por lo que terminan cayendo en el vacío y son carentes de utilidad.

No obstante, nosotros vamos a huir de estas críticas de sobre, que sólo sirven para quedar de guay con la chupipandi perroflauta del barrio, y vamos a profundizar en el tema; vamos a adoptar una perspectiva profunda, enriquecedora, optimista y constructiva. Pues una de las verdades más positivas y útiles, nos dicen que la globalización es un proceso que está cambiando el Mundo, que todo cambio se interpreta como una crisis y que, a su vez, éstas se definen como un compendio de amenazas y oportunidades. Así, sólo tenemos que conocer esas ventajas para potenciarlas y esas debilidades, para adaptarnos a ellas y suprimirlas a través de alternativas -o mucho mejor, adaptarnos a ellas y aprovecharlas-

En primer lugar, la globalización no tiene por qué destruir ninguna cultura autóctona o tradicional. En todos los países occidentales existen al menos tres canales culturales, a través de los cuales se genera nueva cultura y se preserva la existente; cada uno cumple una función útil, necesaria y su existencia no es excluyente:
  • Canal comercial (el negocio): Este es el negocio y genera espectáculo, entretenimiento, trabajo masivo y riqueza. Es el canal globalizado, que homogeneiza a todo Occidente y proporciona un contexto cultural similar a millones de ciudadanos de varios continentes. Lejos de lo que pueda parecer, es el puro paradigma de la postmodernidad, donde miles de fragmentos culturales y técnicos convergen en productos creativos, innovadores e inspiradores. Películas sobre comics, cómics sobre libros, libros que se hacen audiovisuales, literatura sobre el cine, etc. Es el canal de Iron Man, El Código da Vinci y la música de la radio.
  • Canal alternativo (lo diferente): No obstante, no nos engañemos, ya que el canal comercial emite productos culturales de consumo inmediato y generalmente su contenido es de un nivel intelectual mediocre -para los más exigentes- Por ello, siempre a los márgenes de ese canal comercial, surge la cultura alternativa. En este canal se sitúa la alta cultura, la filosofía, las críticas sociales y el pensamiento que va en contra de la masa y se desarrolla de forma paralela a ella. Ambos se interrelacionan y conviven en perfecta simbiosis; uno mantiene el orden y el otro permite los pequeños cambios. Es el canal de Los Diálogos de Platón, el Neomarxismo o Radiohead. Está teniendo un gran auge gracias a internet.
  • Canal tradicional o popular (la Historia): Éste no tiene por qué existir, pero se convierte en la alternativa viable que debemos potenciar, para que la globalización se lleve a cabo con éxito a la hora de preservar las diferentes culturas populares. Todos los gobiernos -a nivel nacional, autonómico y provincial- deben encargarse de evitar la contaminación simbólica, proteger y preservar la cultura tradicional y popular de su zona, a través de las subvenciones y el mecenazgo a artistas que quieran realizar dicha tarea. Por ejemplo, Andalucía protege el flamenco y restaura sus monumentos, España financia el cine que recoge la cultura popular de su País, etc. Este también tendrá un carácter secundario y alternativo.
Es decir, la cultura global es perfectamente compatible con las culturas autóctonas de cada país, si cada uno de ellos se encarga de preservarla. Además, a los márgenes de la misma se desarrolla una cultura alternativa, que ofrece una posibilidad diferente para todos aquellos que la necesiten. Así, en conclusión, ésta se convierte en un motor de igualdad y libertad, ya que nos proporciona un contexto cultural similar a todos y, a su vez, nos permite elegir entre ese contexto, la cultura alternativa y la tradicional. Por ningún lado veo la destrucción necesaria e inevitable

En segundo lugar, tenemos que hablar del tema más controvertido: la desigualdad en las relaciones internacionales, que afectan a la diplomacia entre el Primer Mundo (globalizado) y el Tercer Mundo (no globalizado) El problema radica en que estas relaciones a veces son injustas y desfavorables para los países pobres y, a su vez, éstas se desarrollan en un entorno tan gigantesco, que no sabemos cómo incidir sobre ellas, con el fin de mejorarlas. No obstante, propongo un par de alternativas, de entre muchas otras existentes, para intentar equilibrar estas relaciones:

  • Comercio Justo: Desde hace poco, se desarrolla esta tendencia de comercio alternativo, impulsado por organizaciones no gubernamentales, la ONU y otros movimientos sociopolíticos. Promueve un intercambio justo y equilibrado entre productores y consumidores. ¿Qué podemos hacer nosotros? Presionar con cartas y comunicados a las Organizaciones de Consumidores, para que desarrollen campañas sociales que promuevan el consumo como arma y hagamos boicot a las corporaciones que no se ciñan al comercio justo. Nosotros somos el ejercito de la demanda y el consumo es nuestro arma. Así, tarde o temprano, los departamentos de marketing y comunicación de las grandes empresas percibirían esta amenaza e integrarían el comercio justo en sus estrategias de Relaciones Sociales Corporativas. Ya hay algunas empresas que lo han adoptado, sólo tenemos que informarnos.
  • UNESCO: La Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura, se encarga de realizar proyectos culturales en el Tercer Mundo, para contribuir a la seguridad y la paz, a través del conocimiento. Este es uno de los proyectos más loables de Occidente, según mi perspectiva, pues se aleja de lo económico y se centra en lo humano y  microscópico, en la educación para los individuos. 
En conclusión, vemos que la Globalización tiene bastantes aspectos positivos, pues se convierte en un impresionante motor de cultura e igualdad, mediante un canal comercial que nos proporciona un contexto comunicativo y cultural homogéneo, lo cual, desde el punto de vista de la Ciencia de la Comunicación, nos deja una gran verdad: cuando dos personas conocen lo mismo y tienen el mismo contexto cultural, se entenderán mejor, interpretarán de forma adecuada los mensajes de su interlocutor y se reducirán los conflictos: paz, hamijos, hablamos de paz. Además, favorece la libertad cultural y simbólica, mediante el canal de cultura alternativa.

No obstante, es cierto que la globalización no es perfecta, que tiene multitud de fallos graves que son usados como excusa para frenarla. Pero si se va a producir, ¿para qué perder el tiempo con críticas que no llevan a ningún sitio, en vez de transformar esos fallos? Está claro, que siempre va a haber un espabilado extremista, que va a despreciar el esfuerzo de los demás y va a criticarlo todo para subirse en un pedestal de superioridad moral ante los suyos, sin proponer nada más allá de la nada. Pero nosotros vamos a contemplar alternativas constructivas, que nos sitúan en el centro del poder -aunque aún no lo creamos-: consumir y apoyar el mercado de la cultura popular, para preservarla y pedirle a los gobiernos que la protejan con políticas culturales. Por otro lado, apoyar, potenciar y respaldar el comercio justo a través del consumo (boicots) y ejerciendo presión sobre las asociaciones de consumidores y las corporaciones, para que incluyanel comercio justo dentro de su RSC. También apoyar a la UNESCO mediante donativos o compras por internet, etc.

En definitiva, aquí pretendemos difundir una perspectiva: la realidad cambia, el cambio es una crisis y éstas están compuestas por amenazas y oportunidades. No podemos limitarnos a realizar críticas destructivas que sólo contemplen esas amenazas,sin tener en cuenta las oportunidades. Debemos encontrar formas alternativas, para dominar el cambio y construir un futuro más mejor. No es fácil, es una tarea titánica, pero es posible si trabajamos duro y lo hacemos bien.

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