La desagradable palabra 'borregos'

Con una aberrante frecuencia observo a personas que, a través de las redes sociales, llaman borregos a todo aquel que se proclama aficionado al fútbol. Como cualquier actividad que brota del dogma, cada domingo veo repetidas las mismas frases: "domingos borregos","qué asco de fútbol para borregos", "ya están los borregos con las banderitas", etc., etc. Sin duda, para mi es una de las expresiones más desagradables que han surgido en estos meses, por tratarse de un insulto humillador y simplificador.

A este respecto, lo que me preocupa no es el componente generalizador y potencialmente ofensivo de la expresión,  pues más que injusto para los aficionados al fútbol, hace justicia para aquellos que la usan, ya que el uso de la herramienta siempre delata al usuario -palabrería fácil, orador simple-. Tampoco me preocupa ese matiz simplificador y potencialmente distorsionador de la realidad, pues para todo aquel que sepa profundizar en la realidad, sabe que ser aficionado al fútbol y la actividad intelectual y/o crítica no son en absoluto excluyentes. ¿Acaso es incompatible, por ejemplo, ser periodista y sevillista; filósofo y madridista; catedrático y bético o que una persona lea literatura neomarxista en el descanso de la primera parte? Por último y en esta línea, tampoco me inquieta en esta ocasión, dilucidar si el fútbol es una actividad de ocio inocente y legítima que responde al libre albedrío como cualquier otra; si es una distracción política preexistente a la crisis o un elemento instrumentalizado por la clase política para aliviar la tensión generada por la coyuntura económica. En definitiva, no me interesa la ofensa per se, sino la intención y el carácter de quien ofende.

Lo que me preocupa es que el acto de llamar borregos a un colectivo tan amplio implica que alguien menosprecie a gran parte de la sociedad, que desprecie sus formas de ocio, su modo de vida y su libre albedrío para decidir en qué invierte su tiempo libre. En consecuencia, cuando alguien llama borrego a un igual, establece de forma implícita una jerarquía simbólica injusta entre él y las personas a las que insulta, pues el que ofende se sube en un pedestal de superioridad cognitiva/moral y se cree en el privilegio de dar lecciones a los demás sobre cómo deben gastar su tiempo. En este sentido, me parece curioso e inquietante el hecho de que personas que realizan críticas contra el actual gobierno y "sus instrumentos de dominación", se dediquen a creerse superiores y despreciar a las masas, por el simple hecho de no pensar o gastar el tiempo como ellos. Esto es "ser lo que se critica", lo cual resulta en una inevitable hipocresía.

Sí, es cierto que todos tenemos derecho a criticar lo que queramos. Pero desde mi perspectiva, las críticas deben realizarse siempre desde una postura constructiva, moderada, equilibrada, educada y asertiva; y no insultando. En esta línea, la palabra "borrego" no deja de ser un insulto humillador, que desprecia a los demás. Por ello, si alguien -de forma legítima, por el librepensamiento- le parece mal que un ciudadano invierta su tiempo de ocio en ver un partido de fútbol, puede dialogar con el mismo, para compartir argumentos y convencerle de que, en plena crisis, es mejor invertir todo el tiempo libre en ir a manifestaciones, criticar al Estado o a Mariano Rajoy a través de Twitter. Porque, ¿de qué sirve insultar y humillar a los demás? ¿A quién se ha persuadido de qué, con qué insulto? ¿No es más fácil dialogar e intercambiar perspectivas de forma respetuosa? Es decir, no me importa si ver el fútbol está bien, mal o si debe haber más participación en las manifestaciones, lo que me importa es la forma de tratar a los demás y la calidad de las relaciones.

No podemos creernos superiores a los demás y despreciar u ofender lo que hagan o piensen. La democracia nos otorga el libre albedrío y, para controlarlo, la capacidad y las herramientas de comunicación necesarias para convencer a los demás a través del diálogo. Por ello, no creo que sea necesario insultar y llamar "borrego" a nadie.

Aplíquese al fútbol, a las votaciones, a la ideología...

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