Saber que no hay verdad, para encontrarla

Nuestra cultura ha desarrollado una serie de ideas muy complejas, que describen estados y fenómenos perfectos, que difícilmente pueden tener una correspondencia total en  la realidad. Así, éstas existen en nuestra mente y son susceptibles de ser conocidas, interpretadas y elaboradas intelectualmente en textos, teorías y conversaciones, pero muy difíciles de poner en práctica, porque entran en conflicto con una serie de limitaciones humanas. Así, debemos saber que, en la realidad:
  • No existe la libertad total: El individuo nace encadenado, siempre nace de algo a algo; nace de unos padres y de una biología inherente, hacia unas circunstancias fatales que no puede elegir, hacia una familia, hacia una cultura, hacia un contexto socioeconómico que tampoco es producto de sus decisiones. Además, el ser humano crece y se define con respecto a su contexto, que le condicionará de por vida. Así, gran parte de lo que somos, lo hemos aprendido previamente de alguien o algo, por lo tanto, en mayor o menor grado, nuestro lenguaje, nuestra perspectiva y nuestra forma de percibir dependerá de un contexto cultural, de una forma de hablar y de ver el Mundo que otros han construido. Asimismo, aunque cambie sus cadenas o las "afloje", siempre estará atado y condicionado por algo, ya surja su atadura en el ámbito natural o social. Incluso una anacoreta se lleva el lenguaje y los recuerdos a su exilio y morirá con ellos. Tenemos una limitación existencial.
  • No existe la objetividad: En nuestra sociedad se habla y se defiende el valor de la objetividad, pero lo cierto es que es imposible alcanzar un grado total de objetividad en cualquier producto cultural humano. Hasta en un texto tan "objetivo" como un prospecto médico, existe algún grado de subjetividad, ya que éste surge de una industria, de unas estructuras socioculturales concretas y de una forma única de entender el mundo, que no será compartida por otras culturas. Cada símbolo que produce el ser humano está cargada de algo de subjetividad, porque nace de un contexto personal y social único y será lanzado a un entorno comunicativo inundado de miles de variables que condicionarán la interpretación de dicha palabra, de tal modo que la subjetividad y la interpretación se convierten en Ley. Tenemos una limitación comunicativa.
  • No existe la verdad: Si no existe la objetividad, no puede existir una verdad absoluta. Las características de cualquier fenómeno o parcela de la realidad que sea susceptible de ser interpretada, dependerán de quién la mire, con qué ojos y de dónde y cuándo lo haga, entre otras cosas. La realidad puede ser contemplada desde múltiples perspectivas y cualquiera de ellas puede llegar a ser válida y legítima, de tal modo que, por ejemplo, un determinado suceso histórico será justo en Occidente, injusto en el Tercer Mundo o algo sin relevancia para tal o cual individuo; además, todas estas verdades pueden ser correctas en su contexto cultural, porque responden a un modo exclusivo de entender el mundo. En definitiva, sólo existen diferentes verdades susceptibles de ser conocidas. Tenemos una limitación cognitiva.
  • No existe la igualdad total: La igualdad es otra idea inventada por el ser humano, que jamás podrá tener su equivalente total en lo real. En principio, si no hay objetividad y verdad absoluta, deducimos que tampoco el concepto de igualdad será similar para todos y, en consecuencia, se producirán desigualdades. Por ejemplo, en política siempre se habla de igualdad desde una perspectiva marcada por el determinismo económico, es decir, se reduce la equidad a un reparto justo de los recursos materiales y sociales. No obstante, el ser humano es, en parte, emocional y siempre envidiará algo que tengan los demás: un amor, una relación, una emoción o cualquier detalle nimio que exista en la realidad ajena, porque está en su esencia aspirar a lo imposible y querer lo que no puede tener. Tenemos una limitación material y espiritual.
  • No tenemos control total sobre nosotros: El individuo no tiene un control total sobre si mismo, ya que estará condicionado por unas fuerzas irracionales que no dependen de él: pulsiones biológicas, impulsos del subconsciente, etc. Es decir, hay una parte oscura que habita en nosotros y que no podemos conocer o dominar en su totalidad. Otra limitación cognitiva y comportamental.
Pero entonces, si en la realidad no existen la libertad, la objetividad, la libertad, la igualdad ni podemos controlarnos a nosotros mismos, ¿para qué escribo esto y no estoy quemando papeleras o destrozando el mobiliario urbano? No hay que desesperarse, aún queda lo mejor... 

En primer lugar, escribo esto para conocer las limitaciones humanas que afectan a la puesta en práctica de estas ideas, ya que -atendiendo a la etimología- el ser humano no puede definirse a si mismo si no encuentra sus límites. No obstante, una vez que los conoce, puede acotar la realidad y entenderla mejor. Así, podemos saber que, aunque no puedan existir totalmente estas ideas en la realidad, sí podemos encontrar diferentes grados de ellas en la misma y trabajar para intentar alcanzar el grado máximo. Es decir, no existe la libertad o la igualdad total, pero podemos aspirar y alcanzar un grado máximo, que podría incluso rozar la perfección de las ideas -aunque suene idealista-.

Así, si la libertad total no existe, sí que podemos armar al individuo con un amplio conocimiento -sustantivo. procedimental y creativo-, que le permita optar a la igualdad de oportunidades, readaptarse voluntariamente a sus circunstancias y aportar parte original de si mismo a la realidad que le es dada, para trascenderse y crear cosas nuevas. Por otro lado, si no existe una verdad, sí existe una actitud multiperspectivista y empática que puede hacernos contemplar un fenómeno desde diferentes perspectivas, para elaborar el constructo simbólico que más se asemeje a la verdad. Asimismo, la objetividad puede potenciarse con unas buenas habilidades comunicativas, que nos ayuden a expresarnos e interpretarnos de forma correcta. También, puede que la igualdad total no exista, pero mediante la construcción y elaboración de una buena educación crítica y una cultura solidaria, podemos levantar una estructura material fundamentada en los valores de la igualdad y proyectar ésta sobre la realidad con un buen grado de fidelidad. También, si no podemos controlarnos al 100%, si podemos tener una buena inteligencia emocional y un vasto conocimiento, para aprender a controlar nuestros impulsos e interpretar nuestro subconsciente, para sublimar nuestros impulsos de forma adecuada. 

En conclusión, para bajar esos conceptos del mundo de las ideas a la Tierra, necesitamos una filosofía práctica, que siga un método, que nazca de las Teorías y se desarrolle con la planificación, las estrategias y las acciones operativas pertinentes. Esa filosofía está a nuestro alcance y podemos poner en práctica estas ideas con mucha precisión. En segundo lugar, pero no menos importante, para saber que debemos desconfiar de cualquiera que intente vendernos la verdad absoluta o cualquier idea, sin un método realista para ponerla en práctica.

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