El daño que ha hecho la información

Información: m. Dícese de todo flujo conceptual y simbólico que se transmite cuando un alumno pregunta: ¿esto para qué sirve? o ¿para qué me va a servir esto en mi vida práctica?

Los alumnos de toda España se hacen estas preguntas con demasiada frecuencia y reflejan el desastre que supone nuestro sistema educativo, que, en esencia, parece estar diseñado desde la perspectiva de la Teoría Matemática de la Información aplicada la transmisión de datos entre máquinas. Así, día a día los alumnos siguen recibiendo paquetes de información divididos y aislados, sin ningún tipo de contextualización o interrelación, sin atender a las causas profundas o a las posibles consecuencias. De este modo, la ausencia de esas interrelaciones impide que en la mente de los alumnos se creen unas estructuras complejas que retengan esos átomos de información y, en consecuencia, estos se pierden, ya sea por desinterés, desuso o por una ficticia percepción de inutilidad. Además, los aspectos procedimentales y metodológicos que podrían fundamentarse en esas estructuras también desaparecen; pues, si en la cabeza de los alumnos A y B están relacionadas, en un futuro, ellos sabrán relacionar un elemento que se parezca a A con otro que se parezca a B.
De este modo, podemos concluir que el sistema educativo español está formando mentes atomizadas, fragmentadas, divididas y desestructuradas, que son incapaces de procesar una información para convertirla en conocimiento y sabiduría. Así, se impide toda autonomía intelectual y capacidad de crítica constructiva; lo cual supone un serio obstáculo para el desarrollo de una democracia verdaderamente participativa.

Pongamos algunos ejemplos. En el primero, los alumnos de un determinado curso reciben datos históricos sobre la Edad Media y, en otro, sobre la Caza de Brujas en EEUU -Macarthismo-, pero jamás se trazará una interrelación entre las características de ambos sucesos históricos ni se hará una aplicación práctica de la esencia compartida por ambos a la situación actual. De este modo, los alumnos jamás llegarán a conocer que, en ambas épocas, el poder usó el miedo para romper el tejido social y favorecer el control social con unos fines determinados -habría que discutir la legitimidad de estas prácticas en una u otra época, pero no es el caso-. En un segundo ejemplo, pensemos en los libros de Historia de la ESO. En estos puede aparecer la fecha de los atentados del World Trade Center, una detallada descripción del suceso e incluso de forma maniquea quiénes fueron los responsables, pero lo más probable es que no se atiendan las profundas causas históricas, socioculturales y geopolíticas del suceso ni tampoco a las posibles consecuencias a largo plazo; tampoco se especulará sobre las posibles soluciones alternativas* a tan complejo conflicto (*alternativas a la guerra, digo)

En este momento, si alguien piensa que esto es demasiado para un niño de 13 ó 14 años, podríamos decir que al resto de los ciudadanos nos han enseñado a infravalorar a la juventud. ¿Qué vamos a esperar de estos jóvenes que están repitiendo los mismos conocimientos fragmentados una y otra vez, durante cuatro años -y después otros dos-? Nada, absolutamente nada, porque no les damos las suficientes herramientas conceptuales y metodológicas para desarrollar una actividad intelectual adecuada a la democracia y, lo peor, es que entramos en un círculo vicioso catastrófico, pues mientras más infravalorados están los jóvenes, más se baja el nivel educativo para readaptarse a ellos -sí, tomate un momento de reflexión para asimilar el absurdo-.

Simplemente, tenemos que saber que nuestra juventud es un tremendo potencial desperdiciado, el reflejo de un sistema educativo fracasado y de una clase política incompetente que lo gestiona. Si ofrecemos a los jóvenes una educación de calidad, que transmita conocimientos y sabiduría, que atienda a los contextos, a las relaciones, a las causas y a los efectos, tendremos una sociedad repleta de jóvenes intelectuales con la suficiente capacidad crítica como para garantizar la existencia de una verdadera democracia.

No obstante, por ahora y de igual manera, no nos salvamos ni los universitarios; cuando llegamos a la universidad, la cosa tampoco mejora, pues se supone que una vez en ella, deberíamos ser jóvenes pragmáticos, conocedores del mundo y preparados para soñar y engendrar ideas maravillosas. No obstante, las vocaciones son sustituidas por las salidas laborales, el idealismo es sustituido por el pragmatismo, la sabiduría por la aplicación práctica del conocimiento y los sueños por la restricción del conocimiento al ámbito laboral.

Nunca mejor dicho, son tiempos difíciles para los soñadores. Pero sólo los que son capaces de soñar, podrán cambiar el mundo.

1 comentario:

  1. y lo peor es que lo hacen a propósito!!

    la función de control mental de la educación continúa, de una forma distinta, pero ahí está, crees tú que si el gobierno y los medios quisieran una democracia real hicieran lo que están haciendo con las masas??nos están bombardeando de información
    superficial e inútil para que los sigamos como tontos y sin cuestionar absolutamente nada!! ¬¬'

    muy muy padre tu reflexión, felicidades =D sin duda es algo que cualquier estudiante con los ojos abiertos, los pies en el piso y la cabeza funcionando nos planteamos a diario, tenemos que hacer algo por el bien de la humanidad... =)

    ResponderEliminar

Los comentarios serán moderados, para evitar trolleos y tonterías.