Asertividad (guía para ganar una discusión)


En el ámbito de la comunicación, la asertividad puede definirse como una estrategia dialéctica moderada, respetuosa y de buen rollo, que se fundamenta en la defensa personal de unos argumentos certeros, para que, quien los desarrolla, comunique lo que siente en el momento oportuno, tome una notable ventaja en cualquier discusión y establezca unas relaciones sociales provechosas y enriquecedoras. En definitiva, la asertividad es saber defender tu posición (ideológica, moral, legal...) de forma serena y pacifica, sin recurrir a los extremos agresivos o pasivos.

Así, en primer lugar para ser asertivo, tan sólo tenemos que estar convencidos de la veracidad de nuestros argumentos y de su conexión con nuestros derechos, cómo si ésta hubiese trascendido el Cosmos y hubiese cruzado el universo para decirnos: "eh, chaval, tienes razón". A continuación, debemos relajarnos, pensar, pensar, pensar, cuidar nuestras palabras y envolverlas con un tono neutro y calmado, libre de todo acento que pueda denotar agresividad paralingüística; como la bordería tonal, la típica subida de voz, el acento de superioridad que se gastan aquellos que creen llevar siempre la razón o el rintintín con el que las marujas profieren sus frases cuando alguien se les cuela en la cola de la carnicería. Debemos comunicar lo que sentimos en el momento oportuno, de forma breve, concisa, pacífica y tranquila; como si fuésemos francotiradores de la palabra. Después, sólo tenemos que escuchar...

Si hacemos lo contrario, aunque nosotros tengamos la razón, un argumento comunicado de forma mínimamente agresiva contribuye a la formación de una coraza cognitiva en el receptor, que podría enclaustrarse en su posición dialéctica como método de defensa psicológica. En ese momento, perdemos nuestra ventaja argumental, pues una coraza sólo se rompe con la más fina de las persuasiones  o a palos. Por otro lado, si no defendemos nuestros argumentos, ya hemos perdido la batalla antes de comenzar. Por ello, debemos ser asertivos.

Pongamos un par de ejemplos contrastados donde se observa el uso de la asertividad; nos situamos en un entorno realista y cotidiano, un bar de viejos, de esos de barrio. Un cliente ha pedido un café con leche, pero la camarera le trae un café solo:

Estrategia NO asertiva (agresiva)

-Aquí tiene su café solo.
-Eh, chiquita, ¿qué es esto? ¿Acaso te he pedido yo esto? ¡Te dije con leche! Llévatelo de aquí y tráeme lo que te he pedido...
-De acuerdo, señor amable, pero no hace falta que me hable así. Ahora mismo lo traigo...


En este caso, el cliente ha adoptado un registro chulesco y altivo, que ha generado tensión y agresividad en su entorno y, aunque va a obtener café con leche, también genera estrés y un potencial escupitajo en su bebida.

Estrategia NO asertiva (pasiva)

-Aquí tiene su café solo.
-Eeeehm, gracias.


Aquí, en un alarde de cobardía el cliente no ha sido capaz de enfrentarse a su interlocutor, para defender sus derechos como consumidor y sí, se va a beber algo que no quería.

Estrategia asertiva

-Aquí tiene su café solo.
-Perdone, creo que se confundió. Le pedí un café con leche. Lo siento.
-Oh, no importa, el error ha sido mío, lo siento. Se lo cambio ahora mismo...
-Muchas gracias, señorita.
-Es agradable encontrarse a alguien así, ¿sabe? Hoy he tenido un mal día...
-No se preocupe, todos pasamos por eso, verá como mejora a partir de ahora.
-¿Qué haces a las 9?


Ahora, el cliente ha defendido sus derechos con tranquilidad y podrá gozar de una relación provechosa con su entorno social (lo mismo incluso folla)
Este caso es muy sencillo, pero la realidad se complica en todos los sentidos cuando, en vez de pedir un café, enfrentamos nuestra ideología con alguien o varias personas que profesan la contraria; cuando gestionamos una relación de pareja, etc. En ese momento, debemos mantener la frialdad, pensar como verdaderos estrategas de la palabra, como garantes de la paz dialéctica y comunicar nuestras emociones; sentir, hablar serenos y escuchar tranquilos Así, todos los interlocutores se comunicarán con fluidez, serán susceptibles de dejarse impregnar por las ideas de los demás y todos aprenderán algo nuevo en el camino hacia la moderación y el multiperspectivismo.

Es cierto que todos sabemos esto, todos conocemos la Teoría, pero esto es como el típico manual de instrucciones que nunca leemos, cuya página 320 jamás llegamos a integrar en nuestro conocimiento y que, en consecuencia, jamás llegamos a poner verdaderamente en práctica.

En esa página, siempre está la clave para usar ese instrumento de la forma en la que lo hacen los más grandes.

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