Marketing, Existencialismo y felicidad

Los métodos del marketing sirven para realizar lo imposible: renovarse una y otra vez en un mundo saturado. ¿Y si hubiese una forma de aplicarlos a la construcción de nuestra propia existencia, con el fin de definirnos y encontrar la felicidad, de una forma eficaz?

Como todos sabemos -más si provenimos del ámbito de la comunicación y el marketing- el mercado está saturado de productos similares, que en esencia sacian la misma necesidad y no dan una razón fuerte para tomar la decisión de comprar una marca u otra (pastas de dientes para la higiene dental, alimentos para el hambre, líquidos para la sed...) Por ello, las marcas especializan cada vez más sus productos y surgen pequeñas diferencias, que están destinadas a cubrir diferentes deseos o expresiones concretas de esas necesidades (dentífricos blanqueantes, para la belleza; alimentos dulces o salados, para los antojos; refrescos con taurina, para la sed y obtener más energía...) No obstante, lo cierto es que estas diferencias prontamente son imitadas por la competencia y los productos vuelven a ser similares. Así, todo vuelve a estar cubierto, explotado y la tarea de crear algo nuevo y diferente o encontrar un hueco en el mercado se vuelve casi imposible. Las marcas corren el riesgo de perderse y morir.

No obstante, los fabricantes no pueden perder las ganas y la esperanza de descubrir esas pequeñas ventajas competitivas que diferencien y hagan únicos sus productos, con el fin de encontrar un hueco en la mente y el corazón del consumidor. Esta es una tarea realmente difícil, que necesita de mucho tiempo, esfuerzo creativo y recursos. Pero aún es posible, porque el ser humano siempre tiene la capacidad de reinventarse y reinventar lo que le rodea.

Para lograrlo, las marcas suelen usar unas herramientas básicas, que permiten renovar los productos y encontrarles un hueco en el mundo saturado -¿o no tan saturado?-:
  • Investigación: Obtener información sobre los productos y su entorno es una clave para obtener el conocimiento que permita diferenciarse y encontrar nuevos lugares en los que expandirse. Por ello, se realizan investigaciones de mercado, para conocer los gustos de la gente, sus hábitos de vida, sus costumbres y encontrar así una necesidad sin cubrir, que permita reinventar o crear un nuevo mercado en el que expandirse. Por ejemplo, las galletas para el desayuno son milenarias, pero una investigación descubrió que las mujeres se preocupaban por su figura y nacieron las galletas dietéticas.
  • Misión: Todas las grandes empresas tienen una misión, que les guía a través de la actividad empresarial y consigue que toda su actividad sea coherente. 
  • Especialización:  Esto supone, dirigirse a un público muy concreto, lo que permite establecer y mantener con ellos una relación más exclusiva, estrecha y fuerte. Por ejemplo, tendrán más probabilidades de éxito unas galletas dietéticas para mujeres de entre 40-50 años, de clase media, que unas genéricas, porque las primeras mantienen un vínculo con las emociones y necesidades de un grupo concreto de consumidores. Sin embargo, hay miles de galletas genéricas, con las que competir.
  • Comunicación creativa: Obviamente, el mercado de las galletas bajas en calorías se saturó. Pero aún hay un último recurso para diferenciarse y encontrar un lugar privilegiado en el mercado: la comunicación creativa, apoyada en el branding, la identidad corporativa y una estrategia de comunicación creativa. Es decir: crear una marca muy personal, exclusiva, con una imagen agradable y bien comunicada, que aporte un valor añadido al producto y motive la compra del mismo.
En definitiva: conocer, especializarse y comunicar bien, como forma de generar un valor exclusivo e inigualable, que abra un hueco en el mercado.

Hasta aquí, el marketing, pero, ¿qué tiene que ver esto con el Existencialismo y la felicidad?

El esfuerzo de marketing saca lo mejor de las personas y sus resultados suelen ser muy eficaces, a pesar del ámbito tan adverso donde se desarrolla. Por lo cual, el método de trabajo de las grandes empresas debería servir como modelo y extrapolarse a otros ámbitos. Uno de ellos podría ser el ámbito existencial, por sus similitudes.


Cada individuo es un producto de la Humanidad y nace siendo igual a los demás. Como recién salidos de una cadena de montaje, cada persona es puesta en el Mundo como una tabla rasa, sin un lugar en la existencia, sin una misión, sin una tarea concreta más allá de sobrevivir, sin unas relaciones más allá de las familiares, sin unos atributos diferenciadores más allá de nuestros rasgos físicos o nuestro nombre, sin una personalidad, sin nada que nos haga diferente al resto. Nacemos casi siendo nada, por lo que corremos el riesgo de crear un mundo saturado por personas que sólo se diferencian por el nombre, su árbol genealógico y sus deseos de sobrevivir de tal o cual modo, como esos productos que pasan por el mercado sin pena ni gloria. Por ello, como las empresas, algunas veces nos sentimos agobiados, por la necesidad de construirnos y buscar un hueco en el Mundo; por la obligación impuesta por el entorno de encontrar ese nicho que nos permita diferenciarnos, definirnos y crear un valor trascendente, que vaya más allá de nuestra cultura básica y aporte algo al mundo. La tarea de decidir y definirnos a través de nuestra existencia es una gran carga que se nos ha impuesto.

No obstante, en este sentido, si bien es cierto que cuando nacemos somos arrojados a la nada, también lo es que todos contamos con los mismos recursos y la potencialidad para definirnos, encontrarle un sentido a la vida y buscar un lugar en la existencia. Y, aunque esta analogía entre el ámbito del marketing y la vida pueda resultar fría y demasiado racional -casi despersonalizadora-, debemos ser realistas y aceptar que no vivimos en el Mundo de la Piruleta y el Romanticismo Infinito, donde todos somos felices sin mover un dedo. Sino que necesitamos un método y una guía. En este caso, la virtud de la moderación nos dice que hay que encontrar el punto medio entre el pragmatismo y el idealismo, que hay que ser pragmático antes de ser idealista, que hay que esforzase para ser felices, para que nuestros sueños no caigan en la nada. Ese punto medio puede encontrarse en un método científico-existencial, que actúe como guía y nos permita encontrar la felicidad, a través de un proceso vital que nos ayude a definirnos, como las marcas se definen a si mismas. 

Por ello, podemos aplicar esas herramientas del marketing que mencionamos antes, a la construcción de nuestra propia existencia:
  • Investigación y conocimiento: Una clave para definirnos radica en conocernos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Para ser felices y encontrar un sentido vital, debemos tener una mente activa, investigar, leer, visitar otras ciudades, viajar, conocer culturas y/o ir a la Universidad, con el fin de encontrar un sentido que nos guíe en el proceso. No hay trucos ni atajos, sólo sirve el conocimiento como inicio del proceso,como método para descubrir vocaciones o guías. Esto es muy importante, ya que tener un sentido en la vida es la clave para que todas nuestras decisiones y acciones sean coherentes, persigan un mismo fin y construyan una existencia fuerte, que nos propicie la felicidad. Además, el conocimiento disminuye la incertidumbre a la hora de tomar decisiones -uno de los mayores malestares que sufre el hombre postmoderno- Un sentido puede ser el Arte, el deporte, la Psicología, la Ingeniería, la Filantropía, etc.
  • Misión y sentido: Una vez que hayamos encontrado ese sentido, debemos encontrar una misión o varias misiones, que concreten el sentido a la misma. Como la misión de una marca, ésta debe resumirse en un concepto sencillo: "aprender a pintar, para expresar las injusticias del mundo a través del arte"; "estudiar literatura, para embellecer el Mundo"; "aprender ingeniería química, para mejorar la conservación de alimentos"... En definitiva, buscar un objetivo o varios, que se adapten a nuestra vocación y a nuestros gustos, gracias al cual podamos trascendernos y aportar un valor a los demás. 
  • Especialización y comunidad: La sociedad de masas ha acabado. Ahora vivimos en una sociedad de comunidades especializadas y nosotros debemos encontrar un hueco en una de ellas. Para ello, cada persona guiada por su sentido debería definirse con una -o varias- palabras: "soy psicólogo", "soy aficionado al cine", "soy periodista", etc. Porque, si tenemos una profesión especializada y unos hobbies interesantes, nos diferenciaremos un poco más y compartiremos intereses con una comunidad, mantendremos relaciones con personas afines a nosotros y tejeremos unas redes sociales firmes y fuertes, que nos ayuden a crear un valor trascendente. 
  • Comunicación creativa: Por último, no nos basta con ser buenos, diferentes y hacernos un poco exclusivos; también debemos comunicar que somos buenos, diferentes y exclusivos. Para ello, son básicas unas habilidades comunicativas buenas, por lo que siempre debemos atender al cuidado de las habilidades comunicativas -literatura, la fotografía o el arte en general- como medios de expresión. Debemos mostrarnos al mundo y darle lo mejor de nosotros, para autorrealizarnos, trascendernos y cerrar el círculo.
Este proceso debe entenderse como una de las tantas perspectivas posibles que nos ayuden a buscar un sentido a la vida, a través del conocimiento, la pertenencia a una comunidad y la especialización, que nos permitan tejer unas relaciones sociales fuertes y estables, donde nos encontremos cómodos y podamos dar lo mejor de nosotros mismos.

Todo este tocho, para justificar una frase: ten siempre la mente activa, encuentra y llévate bien con los tuyos, dales lo mejor y se feliz.

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