¿Cuál es nuestro grado de libertad?

Uno de los conceptos más complejos al que nos podemos enfrentar es la libertad. Con frecuencia nos encontramos con posturas y definiciones simplificadoras y antagónicas; algunos afirman que somos esclavos de tales o cuales intereses y que nuestra libertad es muy reducida; otros, en cambio, llegan a decir que somos totalmente libres, pues nadie puede coartar a nuestro espíritu. Pero, ¿si tuviésemos que cuantificar nuestro grado de libertad con un porcentaje, cuál diríamos? Lo cierto es que la libertad depende de multitud de factores interdependientes, que crean una realidad extremadamente compleja que no se puede observar desde una única perspectiva; por lo que deberemos hacer algunas consideraciones antes de decidir este porcentaje.


En primer lugar, cuando hablamos de la libertad, nos referimos a una idea abstracta que no se ajusta a ninguna realidad concreta, sino que es un punto de partida para la reflexión filosófica. Pero nosotros debemos analizar esa libertad en cada uno de sus contextos para hacerla concreta; es decir, debemos estudiar qué factores culturales, políticos, sociales e incluso individuales inciden sobre ella en tal o cual lugar. De este modo, hablaremos de "la libertad de Occidente en la época postmoderna", "la libertad en España en los años 30", etc.

En segundo lugar, debemos distinguir entre varios tipos de libertad a nivel social: libertad de movimiento o desplazamiento, libertad de conocimiento, libertad de expresión y libertad de pensamiento. Ninguna se da de forma aislada e independiente, sino que todas están interrelacionadas y se condicionan mutuamente. De este modo, si se incide de forma positiva o negativa sobre una de ellas, las otras se verán impulsadas o acortadas. Ni siquiera nuestra libertad de pensamiento es un fenómeno estrictamente espiritual e individual, pues si controlan lo que podemos aprender y lo que no, condicionarán lo que podemos pensar y lo que no. Podríamos decir que éste es el grado de libertad que nos dan a nivel social, es decir, el margen de libertad que nos proporciona un sistema.

Por último, debemos analizar qué hacemos con la libertad a nivel individual, es decir, cómo aprovechamos ese margen de libertad que nos da un sistema. De este modo, podríamos hablar de la libertad potencial que nos ofrece el sistema y de cómo la convertimos en una libertad individual. Personalmente, creo que la vía para aprovechar la libertad potencial es el conocimiento. El conocimiento nos permite ser conscientes de la profundidad y la complejidad de un sistema, así como de las alternativas que nos ofrece; por ello, si tenemos un amplio conocimiento, cualquier acto de decisión se convertirá en un acto de libertad real, porque podemos elegir. Además, libertad y conocimiento se retroalimentan, ya que, cuanta más libertad te dan, a más conocimiento puedes optar y mientras más conoces, más libre eres, ya que tienes más alternativas entre las que decidir. Sólo hay que iniciar el proceso. Por ejemplo, el sistema te permite viajar a Grecia (política de fronteras de la UE) y conocer la cultura griega; sólo cuando coges un libro y aprecias la arquitectura del Partenón, sientes la necesidad de aprovechar esa alternativa de viajar a Grecia y enriquecer aun más tu conocimiento por vías no académicas. En conclusión, la libertad es directamente proporcional a nuestro grado de conocimiento; sin conocimiento, la libertad se desaprovecha.

Uno de los fundamentos de la libertad

Teniendo en cuenta todo esto, ahora podemos pensar qué grado de libertad tenemos en Occidente. En primer lugar, el sistema nos permite viajar de forma relativamente fácil, gracias al amplio desarrollo de los sistemas de transporte. También nos permite conocer y adquirir cultura, pues nos dan becas y en las bibliotecas podemos encontrar desde libros de ciencia ficción hasta literatura política; además hay libertad religiosa e ideológica. Pero además, también nos permite expresarnos de forma muy amplia a través de los medios de comunicación tradicionales y los medios totalmente libres (blogs en internet, por ejemplo). De este modo, la gran consecuencia es que optamos a una libertad de pensamiento muy amplia. En conclusión, podríamos decir que el sistema nos ofrece un gran margen de libertad potencial. Me atrevería a decir que en torno a un 85-90% (debemos tener en cuenta que somos individuos sociales, morales y responsables, que dependen de los demás y ser libre no es "hacer lo que queramos")

No obstante, cada uno de nosotros podemos decidir entre quedarnos en casa mientras vemos Telecinco y nuestra mente se va haciendo cada vez más maleable e influenciable o, por el contrario, podemos optar por licenciarnos en Psicología -por ejemplo-, viajar, conocer otras culturas y tener un gran poder de decisión.

Por suerte, el sistema se está percatando de esto, está reconociendo su total responsabilidad y está intentando despertar esa chispa que nos incita a aprender. Por ejemplo, sé que a nivel Andaluz se impulsan campañas de publicidad institucional que animan a los jóvenes a formarse o, desde hace muy poco y a nivel europeo, la FAFFE está potenciando un concepto conocido como lifelong learning, según el cual el individuo debe formarse continuamente a lo largo de toda su vida para formar parte de la Europa del Conocimiento.

Podemos ser optimistas, pues, aunque aun queda mucho por trabajar, jamás hemos estado tan cerca de la libertad.

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