La ignorancia NO es la felicidad

Con frecuencia se dice que la ignorancia da la felicidad; es decir, que un estado de desconocimiento sobre el macroentorno y la problemática social que nos rodea puede funcionar como una barrera defensiva contra la infelicidad, pues nos sume en un estado de inconsciencia en el que percibimos la realidad como una ficción simple. Pero, ¿hasta qué punto es esto cierto?

Para analizar la ignorancia en su estado más puro, podemos pensar en como los canis perciben la realidad. Estos están sumidos en el desconocimiento del mundo y viven afectados por el egocentrismo primario: creen que el mundo gira a su alrededor, que todo está al servicio de la satisfacción de sus necesidades y que la realidad existe por él y para él. De este modo, los canis están ajenos a toda la compleja realidad externa: problemática social, conflictos internacionales, dificultades económicas, crisis... Pero, ¿eso hace que los canis sean felices? Si nos fijamos, cuando un cani es dejado por su novia o sufre algún tipo de dolor, puede reaccionar igual o de forma más negativa que un hombre de 40 años que pierde su negocio y su hogar. Así, el dolor suele manifestarse a través de reacciones desmedidas e irracionales: llantos, rabia o agresividad
. Esto es debido a que el cani no sabe enfrentarse a sus problemas. Además, su falta de conocimiento no les permite mantener una relación compleja con la realidad, lo que provoca que sólo puedan gozar de momentos efímeros de felicidad asociados a placeres físicos o materiales, que carecen de un sentido trascendente. La ignorancia no da la felicidad.

Por el contrario, una persona culta, aunque es consciente de toda la desagradable problemática que afecta al mundo (guerras, pobreza, corrupción, cambio climático...), ha desarrollado sus habilidades intelectuales, su capacidad racional y ha potenciado su inteligencia emocional, lo cual le permite adaptarse mejor a la realidad y gestionar de forma más eficaz sus emociones y sentimientos. Esta persona ha adquirido unas herramientas simbólicas, conceptuales y procedimentales que le permiten dotar su realidad de sentido y valor. Esta persona no se dejará llevar por sus impulsos y sabrá encajar mejor los golpes; sacará más provecho y disfrutará más de sus relaciones sociales; no le importará quedarse a solas consigo mismo, pues en su cabeza resuena la filosofía y el conocimiento; encontrará placeres trascendentales que le reporten un sentido a su vida, de tal forma que no cambiaría su conocimiento por nada del mundo.

Así que la próxima vez que veáis a un cani con la vista perdida y riéndose a carcajadas, ni por asomo penséis que puede ser más feliz que vosotros, porque probablemente su pequeño mundo le esté oprimiendo; mientras que vosotros podéis disfrutar de una relación rica y compleja con la realidad, que os reporte cosas tan maravillosas que ese cani ni siquiera puede imaginar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios serán moderados, para evitar trolleos y tonterías.