¿Qué causa la enfermedad de nuestra sociedad?

En este artículo trataré de explicar la causa de gran parte de los problemas de nuestra sociedad.

La mayoría de nosotros percibimos a diario las sociopatías que sufre nuestra sociedad, pues éstas redundan en el comportamiento de los individuos y se manifiestan a través de conductas autodestructivas, del incremento de los suicidios, de la corrupción, de la delincuencia, del vandalismo y, en definitiva, de un gran numero de psicopatías. Todos hemos tomado el pulso a nuestra sociedad, la sociedad Occidental, y sabemos que algo no va bien.

Pero, ¿cuál es la principal causa de todo esto? Debemos saber que ésta es de carácter cultural y filosófica, pues se encuentra en el impacto (creo que necesario) que produjeron las obras de una serie de intelectuales en las tradiciones, costumbres y formas de ver el mundo que tenía Europa. Nos referimos a Nicolás Copérnico y su Modelo Heliocéntrico, a Charles Darwin y su Teoría de la Evolución, a Sigmun Freud y su Teoría del Psicoanálisis y a Nietzsche, cuya filosofía confirmó los efectos producidos por las obras de los tres anteriores con su célebre frase: "Dios ha muerto".


Para entender bien esta inquietante frase, debemos meternos en la mente de un ciudadano occidental (europeo, por ejemplo), que viviese en el siglo XVII o XVIII. Su existencia y el sentido de su vida estaba sostenido por la cosmología y la ideología cristiana, de tal modo que él era el centro del universo (Geocentrismo), un ser especial y privilegiado en la creación (hijo de Dios); además, para él había algo más allá de la muerte, que le daba sentido a su vida y justificaba su buena conducta (justicia divina, cielo e infierno). Por último, la simbología cristiana legitimaba y justificaba el sistema estamental, que le daba una posición fija y estable (estamento) en el orden social. Este hombre gozaba de una gran seguridad.

No obstante, en el siglo XV, Copérnico dice que el hombre no es el centro del Universo; en el siglo XIX, Darwin dice que éste no es una creación privilegiada, sino un descendiente de los monos y, por último, Freud dice que el hombre ni siquiera puede controlar sus propios actos de manera racional, sino que hay una fuerza oculta e invisible que reside en su subconsciente, la cual controla de forma indirecta sus actos. Imaginaos que el hombre del que hablábamos es Occidente y de pronto se entera que no es el centro del universo, que es hijo de los monos (frente a la idea de hijo de Dios) y que ni siquiera es dueño de sus actos.


Como podemos imaginar, la obra intelectual de estos genios produjo una grave herida en el orgullo de Occidente y sobre todo en el Cristianismo. De este modo, en el siglo XIX, Nietzsche confirmaría que esta grave herida mató a Dios. De esta forma, se acaba con el gran metarrelato cristiano que soportaba el sentido de la vida de millones de ciudadanos en Occidente; muere la perspectiva homogénea que explicaba el Mundo y la existencia del ser humano; se derrumba el imaginario social y el discurso religioso que legitimaba el orden social y las tradiciones. Así, llega la época de las Grandes Revoluciones (iniciada con la Revolución Francesa), que darán lugar a un nuevo orden y forma de ver el mundo, sustitutos de todo lo anterior. Pero el hombre seguía herido.

Posteriormente, en Occidente se crearon dos metarrelatos más; ideologías o formas homogéneas de ver el mundo que han intentado buscar un sentido y un propósito a nuestra existencia. El primero es el discurso de la Ilustración, según el cuál, la confianza en la ciencia y la razón nos llevaría a un progreso ilimitado que culminaría con la sociedad perfecta. El segundo corresponde a las ideologías de izquierda (Socialismo, Comunismo...) las cuales nos llevarían a una sociedad igualitaria y justa. Como vemos, ambos son discursos utópicos que dan un sentido a nuestra existencia, pues estamos aquí para hacer algo bueno. No obstante, estos metarrelatos también mueren; el primero en la Segunda Guerra Mundial, cuando Occidente comprueba horrorizado las calamidades que ha provocado el progreso científico (bomba atómica) y el segundo a lo largo del siglo XX, con el fracaso de las ideologías de izquierda, materializado en los grandes regímenes totalitarios. Así, la herida de la que hablábamos y que había estado latente en nuestra cultura, se reabre y sangra más que nunca.

Ya no hay un discurso homogeneizador que sostenga nuestra existencia y le de sentido a nuestra vida; no hay cielo, infierno ni utopías; ya no hay nada. Nace así el nihilismo y el vacío existencial del Occidente postmoderno. No hay nada en lo que creer ni por lo que luchar, nada justifica nuestra existencia y, de este modo, hemos llegado a un punto en el que la libertad nos tortura y nos condena a una vida llena de decisiones que no nos importan nada.

Aquí está el problema: la gente ha perdido el sentido de la vida y por ello son incapaces de proyectarse a largo plazo. Así, sienten que nada justifica su existencia y sólo les importa el aquí y el ahora, los placeres efímeros, la autosatisfacción, el culto al cuerpo, irse de botellona y cogerse un ciego brutal, enriquecerse a costa de los demás, drogarse para evadirse de una vida sin sentido e incluso acabar con ella, ya sea lentamente, mediante conductas autodestructivas o por la vía rápida, mediante el suicidio. Además, la perdida del sentido y un objetivo que nos una, provoca que se rompa el tejido social y se adopten conductas que pueden definirse con el concepto "individualismo patológico". Como vemos, aquí está la gran causa de las sociopatías de Occidente: la perdida del sentido de la vida. Estamos perdidos.

Es muy importante conocer la causa de los problemas que sufre nuestra sociedad, pues no se puede curar una enfermedad si no se diagnostica su origen. Ahora os preguntaréis, ¿ hay una cura para esta enfermedad? Los más pesimistas dirán que no, que navegamos a la deriva hacia un final catastrófico que acabará con nuestra existencia, no simbólica, sino material. Personalmente, yo creo que sí tiene existe la cura y es más fácil de aplicar de lo que pensamos, de tal modo que esta crisis en la que nos encontramos puede suponer la oportunidad más grande que jamás ha tenido la humanidad, para ser realmente libres y felices. Todo dependerá de cómo nos enfrentemos a ella.

Viktor Frankl

Tenemos que reconstruir el sentido de nuestra vida a través del conocimiento, la cultura, el simple placer que reportan las experiencias culturales y artísticas, el intercambio de ideas, el aprovechamiento de los adelantos de la técnica y la libertad, la dialéctica, el placer de disfrutar del diálogo... Lo que Viktor Frankl llamó voluntad de sentido. Para ello debemos reformar la base ideológica y simbólica de nuestra sociedad y, de este modo, que redunde en todas las dimensiones materiales, primero en la educación y en los medios de comunicación y después en todos lados.

La cura no se encuentra en ninguna religión o secta, es más, creo que especialmente las segundas son otro síntoma de la enfermedad o, en su defecto, sería como tomarse un medicamento caducado para curar un resfriado; no sería una cura eficaz. En segundo lugar, si la causa es cultural y filosófica, la cura deberá ser igual. En tercer lugar, no podrá aplicarse sin el apoyo de los gobiernos, quienes deberían favorecer el cambio de paradigma en la ideología occidental. En cuarto lugar, la cura empieza en nuestra cultura y termina en nuestra mente. Y, por último, decir que no podemos observar el Mundo desde una perspectiva tan simplificadora; el mundo no sólo es Occidente y la Filosofía parece estar muy separada de la Política.

Esta es una tarea titánica, que requiere del esfuerzo de todos.

Gracias por llegar hasta aquí; pues aunque este tema afecta a todos, suelen ser pocos a quienes le interesa. Esperemos que al menos este mensaje llegue a todo aquel a quien le pueda interesar.

4 comentarios:

  1. interesante síntesis, eso si, yo sacaría a los gobiernos como un factor de cura ¡como tenga que esperar que ellos solucionen mis problemas voy listo!

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  2. ¿Cuál es el sentido de la vida? Pregunta equivodaca.
    ¿La vida tiene sentido? Pregunta correcta.

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    1. La del individuo, puede no tenerla o puede sí tenerla. En ese caso, ¿cuál? En cierto modo tienes razón, la pregunta que dices es el precedente... ahí está la clave de la cuestión. Si no tenemos ese sentido, hay que buscarlo -porque se puede no tener o se puede tener-

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