La Ley y el videojuego

Ha pasado mucho tiempo desde que los videojuegos dejaron de ser un conjunto de formas simples interactuando desde una pantalla con un jugador inexperto que, a través de un par de botones, le daba unas órdenes muy simples al juego. Hoy en día, el desarrollo técnico ha posibilitado que los videojuegos ofrezcan una calidad de imagen y audio que casi iguala a lo que percibimos en la realidad cotidiana, lo que posibilita que estos ofrezcan al jugador una capacidad de interacción enorme, que ya no se circunscribe simplemente a la libertad de movimiento en un escenario cerrado, sino que transciende la simpleza y ofrece una libertad de acción total, en escenarios gigantescos, poblados por personajes con los que se puede hablar, realizar diferentes acciones, etc.

Pong (izquierda) y The Longest Journey (derecha, evidentemente)

En definitiva, esta evolución ha provocado que los videojuegos dejen de ser un simple elemento de ocio y se conviertan en un autentico elemento socializador, ya que comunican valores, intercambian símbolos, transmiten comportamientos y conductas, enseñan lenguajes y ofrecen la posibilidad de que el jugador desarrolle una conducta libre en un marco temático configurado por el mismo videojuego. ¿Qué haríamos si con 14 años nos pusiésemos al volante de un coche de Fórmula 1 o nos convirtiésemos en un soldado que luchó en la Segunda Guerra Mundial?

En conclusión, los videojuegos se han transformado en un producto cultural, en una parte de nuestra convivencia social y ello ofrece unas magníficas ventajas, ya que podemos encontrar desde juegos educativos que entretienen a los más jóvenes y les inician en el mundo de las matemáticas o los idiomas, hasta autenticas aventuras gráficas que son el reflejo de complejas influencias literarias y entretienen a los adultos más exigentes.

Los aspectos conflictivos y la necesidad de legislar

No obstante, como todo producto de comunicación masiva, los videojuegos también pueden generar una serie de problemas y conflictos e injusticias sociales, que se consideran más graves cuando se interrelacionan varios elementos en torno al núcleo de los videojuegos: los niños (el segmento más débil desde el punto de vista social, ya que carecen de experiencia y absorben con gran rapidez la influencia que les llega de los agentes socializadores) y la violencia, por un lado, y la publicidad y el contenido de los videojuegos por otra. Estos elementos son interdependientes y pueden provocar varios conflictos.

La violencia en los videojuegos puede alterar el desarrollo personal de los niños, quienes son vulnerables y pueden verse persuadidos por la publicidad de videojuegos violentos. ¿El código PEGI es suficiente? Personalmente, creo que un minúsculo icono informativo en la esquina de un diseño nunca va a conseguir gran cosa frente a un mensaje persuasivo que multiplica su tamaño por cien (eso es como un David sin honda y un Goliat con una m-16)

"-Eh Pablito, te digo un truco si me das un bocao de tu bocata de Nocilla... ¡si le das una paliza y le quitas la hierba, te puedes quedar con las dos cosas: la hierba y el dinero!"

Por otro lado, la separación entre publicidad y contenido en los videojuegos no está tan bien definida, ni contemplada en ninguna Ley, lo cual podría suponer otra vulnerabilidad añadida al papel de todos los videojugadores. Por ejemplo, mediante el sistema advergaming, se pueden mostrar anuncios en el entorno del juego en tiempo real. Imagina que estás jugando al Counter Strike, vas caminando, giras en una esquina y te encuentras con tres carteles publicitarios virtuales que distraen tu atención mientras otro jugador te hace un headshoot (los que jueguen a FPS lo entenderán xD) Cualquier videojuego podría servir de ejemplo, ya que nuestra actividad de ocio podría verse interrumpida por molestos emplazamientos de producto. Por ello, la Ley debe prestar atención a este problema, regularlo y establecer el punto en el que este tipo de publicidad podría llegar a ser molesta, abusiva o agresiva. Si esto se hace, podría resultar beneficioso para ambas partes (anunciantes y consumidores), gracias a emplazamientos de producto que sean fácilmente perceptibles, no molesten a la dinámica del juego y le ahorren unos euros al jugador en el precio final del videojuego.

Caso de advertgaming. Agobiante, ¿eh?

Por todo ello, es necesaria la existencia de unas leyes y unas normas específicas, más allá de los códigos de autorregulación, que regulen el ámbito de los videojuegos y protejan la convivencia, la integridad y los derechos de los videojugadores.

6 comentarios:

  1. Totalmente deacuerdo!!

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  2. Pa que sirve el pegi entonces? :/

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  3. Recordarme el Longest Journey = 100000 internets for you

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  4. El problema no son los juegos ni el PEGI, el problema es el como esos crios adquieren esos productos y como los padres cada vez relegan más el papel de educador a la televisión y a los videojuegos.

    Más que un problema legal es un problema familiar y de pérdida y elusión de responsabilidades.

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  5. Desde la perspectiva que planteas, estoy totalmente de acuerdo contigo.

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